La belleza que te arrasa Llevas la sonrisa pegada de serie. Tu pelo se enreda cuando sales del agua y te da completamente igual. Te bebes demasiado deprisa el primer sorbo de cerveza muy fría. Caminas sin rumbo pero sin prisa mientras en los auriculares suena esa canción tan alta que no puedes ni escucharte. Es viernes con las terrazas llenas a temperatura neutra —ni frío ni calor, ahí en ese punto en el que podría pasar cualquier cosa después de la primera, esa es la neutralidad que te gusta—. Los nervios por una cita importante campan a sus anchas por tu cuerpo de arriba a abajo, haciéndolo temblar, justo al borde de la explosión por la energía acumulada.
Que brilles mucho
Que brilles mucho
Que brilles mucho
La belleza que te arrasa Llevas la sonrisa pegada de serie. Tu pelo se enreda cuando sales del agua y te da completamente igual. Te bebes demasiado deprisa el primer sorbo de cerveza muy fría. Caminas sin rumbo pero sin prisa mientras en los auriculares suena esa canción tan alta que no puedes ni escucharte. Es viernes con las terrazas llenas a temperatura neutra —ni frío ni calor, ahí en ese punto en el que podría pasar cualquier cosa después de la primera, esa es la neutralidad que te gusta—. Los nervios por una cita importante campan a sus anchas por tu cuerpo de arriba a abajo, haciéndolo temblar, justo al borde de la explosión por la energía acumulada.