Recuerdo el primer día que crucé la puerta de esta casa. Estaba completamente aterrorizada porque las paredes estaban sucias, el salón estaba desangelado y la que iba a ser mi habitación ni tenía armario. Lo que pasó a partir de ahí fue algo mágico: Pablo, Mario y yo, que nos conocimos en Milán unos años atrás habíamos coincidido en Madrid buscando piso, como si de una alineación de planetas se tratase. Quién me diría que luego mi amiga Mar acabaría aquí un año.
Gracias, casita
Gracias, casita
Gracias, casita
Recuerdo el primer día que crucé la puerta de esta casa. Estaba completamente aterrorizada porque las paredes estaban sucias, el salón estaba desangelado y la que iba a ser mi habitación ni tenía armario. Lo que pasó a partir de ahí fue algo mágico: Pablo, Mario y yo, que nos conocimos en Milán unos años atrás habíamos coincidido en Madrid buscando piso, como si de una alineación de planetas se tratase. Quién me diría que luego mi amiga Mar acabaría aquí un año.