Por todo el oro del mundo
Para llegar a Dubrovnik volábamos a Tirana para intentar no dejarnos un sueldo en el billete de avión. Pero acabamos haciendo escala en Belgrado y volando directamente a Croacia porque el vuelo desde Valencia se retrasó. Que las cosas nunca salen exactamente como quieres es tan real como que es pura casualidad que el lunes por la noche acabáramos cenando los cuatro en aquel apartamento de Dubrovnik después de mil piruetas imposibles para cuadrar nuestras vidas.
No estaba saliendo nada según lo planeado porque el día siguiente se rompió la puerta del balcón y llegamos tarde al free tour. Somos un poco caóticos y perdemos cosas, compramos en el super la mitad de lo que necesitamos o mucho más y nos dejamos arrastrar por los kayak porque no podemos más.
Vimos Dubrovnik un lunes por la tarde trotando sin sentido pero con la dirección veraniega del disfrute, esa que siempre te lleva a buen puerto. El día siguiente llegamos a Mlnet y acabamos cenando en una mesa cualquiera a corazón abierto. No sé si Ulises de verdad se quedó siete años por allí pero nosotros congelamos el tiempo y quizás de eso se trataba la magia de la ninfa Calypso. En Hvar entonamos ‘A mi manera’ con un coro local que estaba cenando a nuestro lado. Sentido del ridículo nos queda poco.
Este viaje va de un encuentro anual que nos hemos prometido repetir, de que seguimos discutiendo porque no entendemos bien cuántas kunas son un euro (entre otras cosas) y sobre todo de que seguimos creciendo juntos.
Me seguirá dando igual donde vayamos mientras sigamos encontrando el hueco para volver a tener la edad con la que nos conocimos, despreocupados pero enfrentando conversaciones más complicadas y más sinceras, y sabiendo que hemos cambiado y que hemos sido capaces de acompañarnos en esta transformación.
No hay nada mejor que pasar tiempo con la gente que quieres, ni nada se le puede parecer a crear recuerdos en cualquier escenario con latas de cerveza y una bolsa de patatas.
El lema de la ciudad de Dubrovnik es algo así como “la libertad no se vende por todo el oro del mundo”.
La libertad de tenernos y la voluntad de cuidarnos. Por todo el oro del mundo.