Mi medialuna
Tengo cinco tatuajes. El año pasado justo en estas fechas me tatué dos y aquí ya te conté la historia de uno. La del otro nunca la conté y pensé que estaba bien así, porque uno a veces piensa que las cosas “están bien como están”. Casualidades (o no) de la vida en la última semana he contado a personas distintas el significado de ese dibujito y en ambos casos, todos los que me escucharon reaccionaron exactamente igual.
Así que decidí que quedase aquí grabada, en esta especie de diario íntimo en el que yo me siento segura porque tú abres el mail y yo no te puedo ver mientras me lees.
Era 2014 y yo nunca había salido fuera de mi casa más de 2 meses a Inglaterra y algún viaje familiar todo-bajo-control. Aquel verano fue un poco desbarajuste porque también trabajé por primera vez y había decidido irme de Erasmus. En realidad yo estaba asustada, asustadísima. Tenía millones de ganas de irme pero al mismo tiempo no entendía cómo iba a dejar mi casa tantos meses, no sabía donde iba a vivir y sí que tenía la certeza de que echaría mucho de menos a mi familia. Y hay una validez mayor todavía en hacer las cosas asustada.
Así que el día antes (quizás fue el mismo día o quizás fue una semana antes, pero permíteme la licencia de decirte que fue el día antes-24 horas), mi padre, que me notó algo nerviosa me dijo que “pase lo que pase, estate tranquila, porque vemos la misma luna, tú miras a la luna y ya está”.
No sé si se acuerda de haberme dicho eso pero yo siete años después me tatué una media luna para recordarme que estuviese donde estuviese tendría cerca siempre a la gente que más quería. Solo tenía que mirar la luna y acordarme de que ellos veían la misma que yo. Por eso me lo tatué en la piel, en mitad de mi galaxia de lunares, para no perderme nunca.
Porque después de esa primera experiencia fuera apenas volví a casa unos meses y luego me fui y ya volví solo a temporadas, y los mejores amigos empezamos a vivir en sitios distintos y entendí que no siempre viviría cerca de mi circulito de seguridad. Y si lo piensas, hay algo muy particular en la luna: porque el sol ilumina el día, lo llena de brillo y de claridad, pero la luna… la luna ilumina la noche, cuando ya no hay más luz. La luna llena el mar de destellos que, entre todas las sombras, parecen decirte “sí, claro que puedes”.
No sé, por si alguna vez estás lejos y te sirve y para que te acuerdes hasta la eternidad: “pase lo que pase, vemos la misma luna”.
En mi cabeza suena esta canción mientras te escribía esto. Feliz viernes.