En 2015 un día antes de irme de Milán y de acabar mi año de Erasmus decidí tatuarme. Fui al lugar algo asustada —¿algo grabado en mi piel para siempre? PÁNICO— pero decidida a pedir cita para el mismo día. Era casi imposible que me la dieran pero oye, es que los arrebatos vienen así y yo me iba el día siguiente. Cuando llegué, la tatuadora me dijo que que tenían el día lleno pero que dejase mi número por si alguna cita se cancelaba.
Me marché decepcionada pero pensando que el destino no había querido que yo me hiciese aquel tatuaje. Así soy.
Todavía estaba subiendo el ascensor de casa cuando me sonó el teléfono: alguien había cancelado pero tenía que estar allí en 15 minutos para cubrir el hueco. Entre nervios me fui volando y me tatué. Me puse una palabra que después de aquel año que tuvo lo mejor y lo peor quería que me acompañase siempre. Quería recordar que lo verdaderamente importante era esto y no cualquier otra cosa: la felicità (estaba obsesionada con este vídeo).
Quedó grabada en mi piel como aspiración, como mantra. Y seguí el camino hasta mí, hasta quién soy ahora.
Que el año pasado fue un revulsivo es algo que llevaba conmigo y que no sabía expresar bien. Llevaba meses dándole vueltas a que hacer para acordarme de este cambio de etapa. Supe que si algo lo definía habían sido los altibajos, la felicidad extenuante, la tristeza que ha dolido, la soledad, a veces elegida y otras no, y el sentirme acompañada. He tenido el abrazo cuando lo he necesitado, he salido más fuerte, he disfrutado y estoy convencida de que estoy haciendo lo que quiero.
Seguiré tomando decisiones con esta brújula que me he inventado, la que responde a lo que me hace palpitar el corazón más rápido y achinar los ojos de la risa.
Por eso esta vez y después de todo —de t-o-d-o—, me he vuelto a tatuar:
Disfrutar del camino, celebrar lo que sí, dejar ir lo que no (y aprender), abrazar más y decir las cosas buenas mirando a la cara, desear en alto, atreverse a ir, alegrarse por la alegría de los demás, perseguir tus instintos, bailar con las curvas… ¿y si la verdadera meta es recorrerlo?
Lo es.
Respiro. Feliz viernes.
Es el camino (y no otra cosa)
Espero que encuentres toda la felicidad que te mereces, que es muchísima, hija pequeña 🙏❤️