Esta semana leí a Jabois y su columna sobre todo lo que no enviamos, los mensajes que se quedaron para siempre en ‘escribiendo’ y esas palabras que no pronunciamos: lo llamaba universo paralelo. Luego leí a Laura Ferrero, que, reflexionando sobre esa misma columna, decía que esa paradoja de los ‘y si’ en realidad carecía de sentido. Y acabé escuchando por enésima vez ‘Jo Mai, Mai’, una canción que en realidad es un homenaje a eso que no fue aunque deja esa pequeña grieta de que si algo se vuelve a sacar sobre la mesa, quizás podría llegar a ser. Joan Dausà, el autor de la canción, ha confesado que la historia continuaría este año y que el Héctor y la Judith tendrán algo más, no sabemos si mejor o peor, pero algo.
Yo, que tengo una imaginación tremenda, he amado toda mi vida la creación de historias paralelas que no pasaban. Casi que vivía alimentada por el sinfín de cosas que podrían pasar, pero la vida siempre me respondía, a veces a modo de sugerencia y otras muchas a base de repaso, que por ahí no era.
Hace un año que pensé que nunca volvería a ser yo y eso me aterrorizaba. Ahora me tranquiliza porque entiendo que la clave de todo estaba en esa transformación: en nunca volver a ser esa. Se crece por obligación y se crece por gusto. Por eso quería recordarme a mí misma que son los viajes que sí decidimos hacer, los emocionales y los reales, los que hablan de lo que queremos y de lo que somos. Ese es nuestro universo.
Que yo podría haber parado-cambiado-marchado antes, pero no lo hice. Y no lo hice porque no quise. No hacer es también hacer, pero que a gusto cuando uno hace dispuesto a acarrear todas las consecuencias, incluso las que se quedan en la garganta para siempre.
Hoy cuando me leas, habré escuchado y vibrado con una mascletà después de 4 años. Y te lo cuento porque para mí representa una sensación muy parecida a cuando te rompes y después te das cuenta de que te puedes volver a arreglar. Desde la incertidumbre a lo más alto, a la explosión y al estallido previos a una calma final. No sabes si lloras por emoción, por alegría o porque no lo entiendes. Es como recomponer el corazón, pasa.
Quiero pensar que es ese yo, el yo de lo que está ocurriendo, el yo que escucha este ruido extremo y musical, el que sí que está, el que, después de todo, vale para seguir pensando que hasta mereció la pena haberse equivocado.
Qué bonito mensaje. Me emociona comprobar (leer) que hay quienes también conviven con universos paralelos, con sucesos que nunca tuvieron lugar, con diálogos que nunca fueron verbalizados y miradas que parecían descifrarlos.
Es un placer leerte, Carla.