Espejito, espejito
Querido espejo:
Me has visto en todas las situaciones posibles. Cuando me levanto con mi pelo enmarañado, mis ojos hinchados y con las gafas recién puestas para intentar ver algo. Me asomo a tu vera mientras me hago la raya del ojo que siempre me sale desigual y nunca, nunca, me pinto los labios. No me gusta. A veces te miro de reojo porque hay días en los que me veo más guapa y a veces te evito, pero tengo cierta fijación contigo. A tu alrededor he construido un rincón que me da paz. Está lleno de flores de otra época y para compensar tengo un cartel que habla de la importancia de las raíces. A tus pies descansan libros. El Romancero Gitano de Lorca ilustrado, una foto con Andrea, un póster de las cúpulas de Buenos Aires, un libro de Miró y otro sobre mi horóscopo. También hay muchas polaroids, muchas novelas, alguna botella de vino y otras flores secas. Hay una caracola del otro lado del océano y manchas de pintura de cuando llegamos.
En todo este tiempo me has visto entre días caóticos, tristes y otros en los que quería comerme el mundo. He pegado post-it y algunas fotos que ya no están. Me has visto derrotada y celebrando. Los días de primavera eterna y repleta de capas de ropa en invierno porque el frío lo llevo regular. Probablemente te hayas reído mucho de las caras que pongo cuando intento arreglarme y de lo roja que me pongo por cualquier cosa. He bailado mucho delante de ti y estoy casi segura de que piensas que lo tengo dominado.
Lo que me gusta de este rincón que construí contigo es que aquí solo estamos tú y yo, aunque a veces hayamos tenido compañía. Hemos creado en esta esquinita un remanso de seguridad entre letras, flores y dibujos en los que nada malo ocurre aunque ocurra todo lo malo. Ahora, lo que veo cuando me asomo es a alguien con una sonrisa perenne, que cree en lo que hace y que a veces tiene que pestañear para ser consciente de todo lo que ha vivido.
Lo que importa del espejo, siempre, es lo que veas tú. Que crees tu rincón, que lo acompañes con tu personalidad, tus creencias y tus inquietudes. Que inundes de curiosidad tu mirada y que cuando te veas reconozcas en tu sonrisa que estás haciéndolo bien, porque lo estás haciendo a tu manera.
Así cuando te mires, espejito, espejito, con la raya del ojo torcida, o con un ojo medio cerrado, la cara hinchada al despertarte, el pelo deshecho y bailando como un pato, ya no hará falta que preguntes quién es la más guapa. Te lo dirás tú.