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Cuanto más me lo digo, más me lo creo
El otro día mi amiga Anna me estuvo contando que es muy importante que no se me olvide apuntar lo que deseo en papelitos y pronunciarlo bastante. Lo llamó la Ley de la Asunción. Yo en mi libreta lo hice mío: cuanto más me lo digo, más me lo creo. Las palabras también sirven para empujar.
Una vez soñé con recorrer Estados Unidos por los bares más cutres hasta llegar a Tennessee para escuchar country (en mi cabeza siempre Take me home, country roads). Otra vez marcamos un lugar perdido en el mapa, una isla entre islas, en la que cruzarnos sabiendo que nos estábamos encontrando sin buscarnos, clavado a Cortázar. Cuando era más pequeña me encantaba hacer listas de sitios que quería visitar y ni siquiera recuerdo el primero, pero te aseguro que no he ido.
Quería estudiar Periodismo en Barcelona y hacer un Erasmus en un lugar de habla inglesa porque claro, Italia-para-qué; en Madrid directamente nunca pensé en vivir, la cerveza me picaba la boca, odiaba la berenjena, no veía necesidad de acabar aquel viaje de final de carrera en Sevilla y me prometí que dejaría de hacer actos de amor kamikazes porque no solían terminar bien.
Por eso acabé estudiando en Valencia, yéndome a Milán de Erasmus porque Italia-para-todo, viviendo en Madrid, bebiendo más cerveza que agua, diciendo que la berenjena es mi verdura favorita, enamorada de Sevilla y siendo peor que un kamikaze en caída libre. Y claro, sigo teniendo pendiente el country, la isla y de aquellos sitios que quería visitar sigo sin acordarme. Ahora me gusta más decidir el siguiente destino por puro impulso. Que querría perderme buscándote —y esto ya no sé si es Cortázar.
Me atrevería a decir que me han roto mucho los esquemas, me han demostrado que estaba equivocada y me han hecho saltar por los aires los prejuicios. Y también que por eso he crecido. Que por eso soy un poquito mejor.
Así que seguiré poniéndolo en palabras porque desear es maravilloso, porque es valiente escribir y decir lo que quieres. Porque nada mejor que garabatear un anhelo.
Pero luego ponte a bailar la música que te pongan. La vida se encargará de hacer lo que le dé la gana. Y gracias. Que así siga siendo.