Ya está, es esto
Escribo esta carta sin edición, tal cual me sale, en una cabaña en mitad de la jungla en Nusa Penida. Sofía y Sandra me prometieron que vendrían a verme a Bali y lo hicieron: no hay nada que me guste más que la gente que hace lo que dice que va a hacer.
Esta semana he estado entre trabajando y viviendo en Pekín Express y los últimos dos días han sido completamente libres y salvajes, sin mucho ordenador y con poca batería. La poquita necesaria para recargar el resto.
Hemos estado en Ubud, rodeadas de verde y de campos de arroz, hicimos yoga juntas y les presenté a mis nuevos amigos en Canggu. El jueves nos despertamos a las 3.30 de la mañana para subir un volcán, la noche antes habíamos nadado en un agua a 38 grados y en unas horas subimos más de 2.000 metros de noche para ver amanecer en el volcán Batur. Nos llovió en el camino, atravesamos nubes y llegamos para ver el sol salir. El sol nunca salió porque el día estaba cubierto y solo dejó asomar un rayito en mitad de la inmensidad.
El cielo blanco y nuestras caras, que al principio esperaban algo más, dejaron de esperar para gritar que “habíamos subido un volcán” y lo bajamos a saltos y aplicando el “enjoy the ride” a su máxima expresión. Nosotras queríamos subir, ese era el reto, no otro. Y subimos.
Cuando cambiamos a Gili Trawangan seguía lloviendo pero salimos a cenar pizza y a escuchar reggae en el Sama Sama. A todos les parecía dar igual el mal tiempo e ir descalzo era la opción preferida (y la que tomé yo). La siguiente mañana a las 7 estábamos despiertas para recorrer la isla en bici (es pequeñísima) y ver qué pasaba, a ver si salía el sol. Los rayos del sol ganaron y nos esperaron playas infinitas blancas, aguas turquesas y un punto de rocas en el que decía “tortugas”. Aparcamos las bicis, nos tiramos sin pensar mucho y nos encontramos a dos tortugas gigantes (que yo llamo Manuelitas) comiendo y nadando. Les acaricié el caparazón.
Salimos gritando, nunca habíamos visto tortugas tan grandes en el agua, nos reímos muchísimo, cantamos en la bici, estábamos llenas de arena, barro y con el pelo mojado. El esfuerzo de la subida, los colores de Gili, las tortugas, las Bintangs en cualquier lado, la actitud de da igual que todo no salga exactamente como quieres. Es que, de verdad, eso es la vida. Los momentos pequeñitos en los que me vuelvo loca de felicidad.
Hemos venido a Nusa Penida ahora y nos ha caído un tormentón, nos hemos bebido las cervezas de camino con la lluvia y totalmente a oscuras mientras compartíamos una mazorca de maíz calentita. Nos hemos vuelto a llenar de barro mientras nos moríamos de la risa con nuestras sombras gigantes por la linterna.
He nadado con Manuelitas con mis amigas, hemos subido un volcán juntas, estamos aquí escuchando la lluvia y la melodía de otros mil bichos. Y de todo esto tenemos las peores fotos de la tierra.
Ya está, es esto.
Feliz viernes.