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Sobre una palabra que me obsesionó esta semana
Busqué en el diccionario el adjetivo subversivo. La primera definición era exactamente esta: capaz de subvertir, o que tiende a subvertir, especialmente el orden público. Seguí en mi obsesión y me puse a averiguar el origen etimológico de la palabra y me llevó aquí: sin, hacia abajo, versare, dar vueltas, ivo, relación activa o pasiva. En resumen: moverse, alterar, cambiar, salirse de la norma.
Hoy es más subversiva una sonrisa, ir leyendo un libro en el metro, escribir con una libreta en un bar a solas, poner “ocupado” en el calendario y decir que no a reuniones. Se ha transformado la rebeldía y se ha convertido en elecciones mundanas, se aleja de lo inalcanzable y se acerca al lujo del tiempo. Se aleja de un pasado que siempre fue mejor y también de cualquier futuro brillante u oscuro (si lo piensas, todos los futuros son inventados). Se prende en la consciencia del estar.
Por eso miro mi bolso rosa y me causa gracia que sea lo único de color vivo del vagón del metro. Y cuando voy al cine el martes, sola, miro a un jubilado, también solo, con una sonrisa y pienso si habrá gente que no irá al cine por no sentirse cómoda si no va con alguien. Veo ‘El sol del futuro’ de Nanni Moretti y abrazo su locura, su ansia por hacer las cosas como es él y fuera de toda dictadura comercial y de cualquier onda de productividad a la que se reza en forma de credo. Veo su abrazo de la vida lenta no, lentísima, y como se ríe de él mismo.
Vuelvo moviéndome con la música de la película en el autobús. Tomo notas de lo que quería escribir. Acabo escuchando cantar mientras afinan los acordes de un ukelele y la luna llena vigila en la esquina. Me siento en una nube en la que los problemas se suspenden como las partículas de agua. Me encojo pensando que el mundo no podría expandirse sin los apasionados. Sin la gente amable. Sin que haya risas ruidosas que se contagien y emociones que se desborden de más. Sin entender que tenemos el poder de trascender el hartazgo con cosas minúsculas.
Lo subversivo es lo mundano que perdimos. Que no se nos olvide vivir es hoy la auténtica alteración del orden público.