Hay cosas que sin estar conectadas, conectan:
Me la juego a matarme de la misma felicidad que me hace vivir. No entendería los viajes sin acabar llorando en los aeropuertos porque siempre me da pena irme.
No concebiría respirar si no tengo la opción de emocionarme.
Ni cogería un avión sin estar tremendamente ilusionada, subiéndome por las paredes. Las mismas paredes de Palermo en las que Tano Verón deja escrito por todos lados que “queda terminantemente prohibido ser tibio”.
Prefiero un portazo a la delicadeza de un cierre sutil, inconcreto.
Prefiero las ventanillas bajadas y el pelo en la cara. Prefiero caernos del columpio en la playa antes que ir sufriendo por no mancharme de arena.
Prefiero echar de menos todo lo que he vivido a pasar de puntillas. Prefiero verte aun sabiendo que te echaré de menos. No quiero adelantarme a la vida y evitar sentimientos por huir del dolor.
Y enfrentarme a mis miedos y a la opción del fracaso antes que quedarme con la victoria de la indiferencia.
En mitad del vuelo había turbulencias justo cuando andábamos en mitad del océano. Me he acomodado y he seguido durmiendo pensando en que nos iría mejor si confiásemos en la gente como confiamos en un desconocido que lleva una máquina gigante a miles de metros de altura. Con los ojos, literalmente, cerrados.
Lo de la confianza, que cuesta de conseguir una eternidad y se rompe un instante.
Casi al llegar a Madrid, el piloto ha dicho que era el último vuelo de Paco, uno de los miembros de la tripulación. Le daba las gracias y le decía que misión cumplida. Cuando el avión ha tocado tierra sus compañeros han sacado a Paco al pasillo y el piloto ha vuelto a decir por el altavoz: “ya te estamos echando de menos, Paco”. Todos nos hemos arrancado a aplaudir porque no había mejor manera de empezar un viernes.
Sigo mareada y no sé si es el jet lag o la sensación de que he pasado el mejor enero de mi vida. Las emociones también te dejan sin aire. Y que así siga siendo.
El otro día Julia Otero dijo: “Si no sabes qué decir di que no sabes qué decir”, pero haz saber que estás ahí. Te lo haré saber.
Ojalá se pudiesen guardar para siempre algunos olores y los nervios en la barriga previos a un encuentro.
Ojalá no se acabe nunca la sensación de volver y de irse porque las dos se necesitan y porque mi existencia es siempre un poquito mejor cuando me voy y un universo entero cuando vuelvo.
Leerte me ha dado ganas de vivir, con todo. Gracias!!!
Me gusta el formato de lista de esta entrada. Los sueños, las ilusiones y la pasión a veces se transmiten mejor en este formato. Leyendo la tuya transmites mucha pasión e intensidad a los que te leemos. Enhorabuena!