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Por esa grieta
He sido acusada alguna vez por mí misma, no sé si por alguien más pero no viene al caso, de tener la cabeza en las nubes. Con demasiada facilidad floto y no ando, corro y no camino, me emociono y no analizo, salto y no voy con pies de plomo.
Culpable. Con alevosía. Sin arrepentimiento.
Hace tiempo que no volaba y escribo esto en un avión, viendo el reflejo de las nubes y la oscuridad de la noche sin verla en realidad. Me asomo a la ventanilla como arañando la penumbra pero sigo sin descubrir nada. Lo sigo intentando durante casi todo el vuelo hasta llegar a Madrid. De repente, me doy cuenta de que justo al otro lado unas lucecitas aparecen en el horizonte, y aprovecho los asientos vacíos para asomarme en la fila de enfrente. La claridad se abre paso, progresiva y sin hacer mucho ruido, para llegar a darme en la cara con un foco de Barajas. Estaba obcecada con el lado equivocado.
Me encantan las metáforas porque hacía tiempo que no volaba. Que me asomaba a la ventanilla pero no veía nada, pero cabezota soy un rato, y ahí seguía, asomada. No me había dado cuenta de que no estaba mirando bien, de que la ventanilla del otro lado tenía mi nombre. Que la luz siempre está dentro. Que mi cabeza sigue entre nubes y que estoy aprendiendo a caminar corriendo, a analizar un poquito mientras me emociono, a saltar con la seguridad de una mano y con la incerteza de tenerla, a andar flotando. Que volar tiene poco de aviones, aunque me muera por cruzarme el mundo. Que si te sigo teniendo, claridad, dame en la cara, sin hacer mucho ruido. Ábrete paso, que yo te espero.
Mover el culo del asiento, mirar hacia dentro, hacerte las preguntas, ponerte manos a la obra, dejar pasar un tren, coger el siguiente, volver a pasar, sentarte a escuchar, ponerte la canción, dejar entrar la luz, como dice Cohen, por esa grieta.
There’s a crack in everything, that’s how the light gets in…
Feliz primer viernes de marzo, empieza a oler a primavera✨