El domingo de noche escribí, al llegar a casa: ¿sabes dónde es? Dónde los domingos por la tarde no duele. Ese domingo no había dolido y entonces llegó el martes y quise hacer algo para no encajonarme en la pesadez del día. Salí a caminar porque cuando una no sabe qué hacer lo mejor es caminar sin rumbo. Siempre sirve, al menos para que dé el aire, otras…
© 2025 Carla Mouriño
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