El otro día Andy me dijo una de las cosas más bonitas que alguien me ha dicho pero ella no se dio ni cuenta. Eran las 9 de la mañana y estábamos en el bus de camino al Lago Atitlán y pronunció: “me encantaría ver el mundo con tus ojos” mientras yo señalaba a unos pájaros que resultaron ser buitres. Ella siguió como si nada y yo me guardé sus palabras en un cofre selladito para siempre.
Esta no será una historia larga, sino una de mis listas, de cuando me veo superada por mil cosas desordenadas que solo dentro de mí tienen sentido:
Cada vez que viajo más, sé menos. Es una paradoja magnífica a la que me enfrento cuando piso un país nuevo y las emociones me arrasan. Ahora entiendo que la gente que más sabe es la que quiere seguir aprendiendo eternamente.
Conocer a alguien a través de una pantalla nunca se podrá comparar a tenerle frente a frente. Los ojos comparten miedos, ilusiones y una vulnerabilidad imposible de transmitir sin tocar.
El olor a una revista de papel es como un regalo, el preludio de algo siempre bueno. Imagínate si tú has podido llegar a escribir ahí. Me ha pasado y sigo sin creerlo. De los miedos nacen flores.
Reírte por tonterías está infravalorado. La risa ensancha el corazón y el alma. La vida sin lo tonto sería aburrida y un asco.
Oír no es escuchar y la escucha se practica sutil pero poderosa.
Siento que los amaneceres generan ruido en medio de la paz y los atardeceres generan paz en medio del ruido.
Mi conexión con Latinoamérica es brutalmente superior a cualquier otra región. Quiero descubrirla para descubrirme porque cada vez que estoy allí es como si dejase un trocito de mi corazón. No lo quiero recuperar porque pienso seguir recorriéndola.
Defenderé hasta la muerte que las mejores cosas pasan a fuego lento, y sino que se lo digan a mis queridos volcanes.
Me pasaría horas hablando hasta que cierren el restaurante y sigo pensando que hay poquitas cosas mejores que una conversación sincera con alguien capaz de leerte la mirada.
Creo que me estoy convirtiendo en la mujer que un día soñé ser. Me dan un miedo tremendo las expectativas pero si he aprendido algo este tiempo es al menos me dan miedo las mías y no las de nadie más. Mis ojos, mi mundo.
A mi también “me encantaría ver el mundo con tus ojos” Me sumo a ese deseo.
Gracias por hacerme emocionar con cada cosa que escribes, que haces, que fotografías. Incluso las que me cuentas.
Papá