Leche con galletas
Respiro
Te reconozco que soy algo supersticiosa y que tengo la firme creencia de que todo pasa por algo. Con esto no me excuso para tomar decisiones y soy una convencida de que cada elección, cada camino tomado, nos fortalece y es necesario para crecer. Pero hay cosas que te vienen de bruces, que te golpean, que te arrasan, que son difíciles de controlar. De las que no sabes exactamente cómo salir porque tú no has entrado, te han metido.
Te reconozco que soy más bien bastante supersticiosa y este año están ocurriendo muchas cosas que me dicen que aprenda, que crezca, que me construya a mí para ser después capaz de construir con alguien. Que plante las bases, que me rompa, que me sepa valiente, que saque a relucir mis inseguridades y las derrumbe. Que estudie mis lunares y mis penas. Que sienta la alegría por diez —¿por qué escasea tanto algo como la alegría?—. Que roce las estrellas, que siga mi intuición, que me reafirme, que ponga un límite cuando no, pero que me sienta ilimitada.
Respiro. Respiro como si a veces costase —a veces cuesta— porque quiero seguir apasionándome por lo que me gusta, quiero ser capaz de sacarlo todo, también el dolor, de no dejar nada en el tintero, de vivir ardiendo, de soñar más alto, de molestar con el sonido de mi risa.
Esta semana me han dado una buena leche y cuando volvía en el tren dirección Madrid pensé que la vida bien podría ser un vaso lleno de leches. Muchas. Y, o tragas, o coges galletas, mojas y desayunas fuerte para prepararte para lo que viene. Porque aunque todo pasa por algo, tú eliges qué hacer con el vaso.
Y yo debo unos cuantos desayunos fuertes.
Más de cien motivos
De vez en cuando, en momentos de cierto desasosiego, me saco de la chistera a Sabina, que me salva. No sé por qué ni cómo llegué hasta esta canción pero hace cinco años fue como un bálsamo como también lo es hoy.
Te dejo el directo del Luna Park, un sitio mítico de Buenos Aires muy especial. Pero eso es otra historia que algún día te contaré.
Sal a bailar. Quema la acera después de cenar, ahora que los bares cierran a las 12. O baila desde tu sofá después de unos vinos. Nos habrán quitado las madrugadas callejeras, pero no las ganas. Con eso no pueden.
Desayuna con leche y moja bien las galletas. Cómete la vida que tienes por delante, anda.