Esta semana he hecho un juego que me he inventado con Roger y mi hermano (por separado, así son las reglas). Lo llamé ‘masterplan creativo’ y básicamente consiste en cinco pasos de preguntas y dibujos sobre cómo quieres vivir, tus objetivos y algunas ideas locas. Tampoco nada nuevo pero la estructura de las preguntas buscaba exactamente lo que te voy a contar aquí.
Lo leí en Twitter hace un montón y no recuerdo ni a quién, pero se me quedó grabadísimo: “dedícale el tiempo a las cosas que te gustan aunque no tengan un retorno económico”. En todos mis planes de vida incluyo horas para dedicar a las cosas que me hacen sonreír, pensar y evadirme. Esas que conectan con mi máxima esencia, que no buscan ser mejores que nadie en nada y no luchan por un éxito basado en el reconocimiento (tan deseado y tan frágil).
Es importante, corrijo, de vital importancia que no abandonemos todo nuestro ser a convertirnos en personas eficientes y productoras como si lo que somos se definiese por lo que generamos. Escribir, pintar un dibujo, jugar a las cartas, pasear a la orilla del mar, leer cómics, coleccionar camisetas de fútbol, hacer álbumes de viajes o estudiar jardinería. En absoluto me importa lo que te encante pero es precioso saber que tu alma se alimenta de esos instantes en los que no le debes nada a nadie.
Lo veo como una responsabilidad: la de darle un hueco a horas creando, leyendo u observando sin pensar en que podemos sacar de ello. De ahí se extrae lo que somos y nos llena sin más expectativas. El encanto de hacer las cosas porque sí, porque te gustan, la satisfacción encontrada tan solo haciendo. Cultivar las “cosas inútiles” para ser, para estar, para querernos.
Creo que estas es de las más bonitas que has escrito! Enhorabuena!