Me desperté a las 10 de la mañana sin despertador que interrumpiese mi momento. Hacía semanas (quizás meses) que no dormía 8 horas y sentí el sueño como terapéutico. Me levanté y no tenía que hacer nada. Arrastré mis pies, mis ojos hinchados y mi pelo caótico hasta la cocina y me eché café que había ya hecho en la taza que me traje de Vietnam.
Es una ta…