El olor a jazmín
Me pregunto, de nuevo, —podría preguntármelo infinitamente—, si todo lo que somos no se concentra en una tarde de domingo en buena compañía, divagando con tonterías, dando palmas sin compás y bebiendo un copazo. Porque encuentro el brillo de la gente que más quiero alrededor de esta mesa que tanto ha vivido y sin que haya pasado nada más especial que esta tarde de verano convertida en la mejor. Aun siendo domingo, aun sabiendo que hay tantas cosas que lograr y tantas escaleras que subir. Y brindamos y cantamos al cielo mientras debatimos sin llegar a otro lugar porque nunca importó tan poco el espacio y el tiempo. Qué vivan las paellas que se comen directamente sin pasar por el plato, el limón granizado con bien de ginebra, los cruasanes rellenos, el calor pegajoso, las risas en alto, el olor a jazmín, ir descalzo y que la sobremesa se acabe a hora de cenar.
Me pregunto, de nuevo, qué pasaría si fuésemos capaces de aislar estos momentos que brillan para tomarlos como si de un ventolín se tratase. Una medicina que inhale tu risa y acabe exhalando lo que aprieta, lo que ahoga. Para cuando lleguen los días grises y los ‘tengo que’ y se nos olvide que también somos los locos de aquella mesa, de aquel domingo, de aquella copa que se vaciaba.
Me pregunto, de nuevo, si hay algo más bonito que el tiempo compartido porque yo no encuentro belleza más genuina, más brutal, que la de unos ojos despreocupados que están aquí, conmigo, ahora. Más belleza que la de tu boca, sonriendo.
Una reflexión
«El éxito es una excepción»
Mejor dos reflexiones
Hablando de éxito. Cuando pones tu bienestar por encima de las expectativas ajenas, cuando das ejemplo a tanta gente con problemas de salud mental, cuando eres única, auténtica y vulnerable. Cuando lo tienes claro. Éxito también es irse. Éxito también es no jugar.
Feliz último viernes de julio 💙