Iba a pedir perdón porque la carta se me había quedado demasiado larga pero algo que he aprendido este año ha sido que no tengo que disculparme todo el rato. Así que nada. La carta es muy larga porque al parecer he aprendido un montón.
Mis aprendizajes de 2022:
Hay cosas que son malas y punto. No intentes ver el lado bueno de todo. Hasta el más bello de los jardines tiene malas hierbas. Aprender a querer al jardín así y seguir cabreándote por lo que no te gusta es lo más parecido a amar. También irse, para amarte a ti mismo. Y no hablo de lugares: irse es tan importante como llegar. Dejar pasar a quién asoma con una sonrisa humilde y con pocas pretensiones trae grandes alegrías. No subestimes el poder que tiene sentarte al lado de alguien en una cafetería o en un bar: te puede cambiar la vida una conversación que empieza con un y-tú-qué-haces-aquí. Porque la vida cambia en un segundo, en un adiós, en un hola, en un giro al otro lado, en un tren perdido, en una pregunta no lanzada, en una respuesta improvisada.
Me encantaría leer la mente algunas veces pero hay cuestiones que solo se pueden resolver preguntando. La otra persona quizás no te conteste y quizás no te diga la verdad. Tendrás que vivir con eso. Somos más pequeños que las hormigas. Puedo llorar en cualquier situación y pocas cosas me hacen más feliz que compartir horas con la gente que quiero. Es curioso pero cuanto más viajo, menos me importan los lugares. Subiendo montañas pensé que prácticamente podía con todo pero que, en realidad, no quería hacerlo sola. Quiero que me cuiden como yo cuido y eso no me hace vulnerable y débil, sino honesta y valiente.
Tendré que enfrentarme constantemente a la disyuntiva de la vida que he elegido y a todo a lo que renuncio. No saber algo también es saber algo. Los ojos hablan pero mejor pronunciarlo y que nadie tenga que adivinar nada.
La magia definitivamente existe solo si crees en ella.
Más libros leídos y más horas a solas, cada vez más tranquila con la sensación de tenerme y con lo a gusto que se está aquí adentro. Cada vez con menos complejos en ir haciendo como se me antoje, cada vez más claridad algunos aspectos y más dudas en otros.
No conozco a toda la gente que voy a querer pero sí tengo claro algo: quiero a la gente que conozco. Entran poquitos pero qué maravilla esta compañía vital, alegre y triste, nostálgica y enérgica que no quiero que se vaya nunca. Las conversaciones sin límite de tiempo me han regalado los mejores momentos del año. He intentado apuntar en un cuaderno cuando sucedían pero es inabarcable lo llena que me siento después de un buen rato hablando de mil historias.
El año pasado en esta misma carta me preguntaba: ¿cuántas veces tiene que pasarte para que deje de pasarte? Muchas, pero ocurre. Acaba dejando de pasar. Aunque eso solo lo puedes ver tú, nadie puede quitarte la venda de los ojos y caerán unas cuantas leches antes. Hay que abrazar lo malo, hay que dejar de querer controlarlo todo, hay que exponerse.
Este año han sido como dos vidas: sigo creciendo, sé que me equivocaré y estoy tranquila con ello. Si me equivoco es que estoy probando, si me equivoco es que estoy sintiendo, que no estoy quieta, que la vida no me pasa, que estoy pasando yo con ella.
Feliz Año Nuevo y Feliz Vida
Un besin muy grande 😍🥂