Como siempre cuando me ocurren muchas cosas a la vez yo necesito ordenar mi mente en listas que a veces tienen sentido y a veces no. Y como ya viene siendo habitual, las comparto contigo que me lees en este espacio secreto:
Me voy de Asia (de momento) habiendo pasado tres días en Laos por trabajo. Un trabajo que me está haciendo cumplir algunos sueños y conocer realidades que ignoraba. Ir a un lugar a escuchar es la clave para cualquier cosa. Abrir los ojos y tomar nota de lo que ocurre es la forma de retenerlo, como para que no se vaya aunque tú te vayas.
En Bali pensé que lo que más me hace sonreír y emocionarme son momentos sencillos: la música en una cafetería un domingo y el buenos días del barista que parecía desearme de verdad que me fuera todo bien.
Me voy de esta aventura abrazando todavía más las puestas de sol, acariciando cada color del cielo y cada momento compartido en torno a cualquiera de ellas.
Me voy apreciando tanto los silencios como las conversaciones. Cuando te mueves sola, acabas escuchando otras cosas cuando nadie habla.
Me voy más segura de mí misma, de cómo he crecido, de lo que quiero y de lo que no. Me voy cuidándome.
Marcho pensando en que los lugares se acaban convirtiendo en escenarios con personajes que aparecen y desaparecen pero que, con la actitud adecuada, son capaces de dejar siempre un poso de aprendizaje y de valor. Nadie pasa por nada.
Hablando de dejar: dejar ser y dejar ir. Clave para que quién esté siempre sea porque quiere.
Y sí, los escenarios son importantes pero es más relevante todavía cómo vas tú a esos lugares.
Yo dejo esta aventura con un lunar más en la cara. Cuando me lo vi pensé que era una bonita manera de la vida de tatuarme lo que estaba viviendo.
Y al mismo tiempo ando saludando a un nuevo año. El lunes es mi cumpleaños y solo pienso en que:
Quiero seguir aprendiendo de lo desconocido, curioseando en lo que me es extraño, probando sabores nuevos, conociendo nuevas miradas.
Confirmo aquello que pensé hace unos meses: “no conocemos todavía a toda la gente que vamos a querer”. Y eso hace que este camino presente y futuro esté lleno de emoción y de mucho amor que dar. El amor que tenemos para dar es una fuente infinita aunque a veces se nos olvide.
Quiero abrazar más todavía, a los míos y a mí, a lo que de verdad quiero.
Quiero seguir recorriendo cada milímetro de la vida pasándome dos grados de intensidad, gritando de más, emocionándome mientras escucho una canción y celebrando hasta cansarme. Es que hay tantas veces que las cosas no salen que me niego a no celebrar cada sí, cada rato bonito.
Que no se me vaya esta ilusión desmedida y este entusiasmo por todo lo que tiene que ver con vivir. Sea de la forma que sea.
Cuando un ciclo se acaba, inexorablemente otro empieza. Nos pasamos la vida despidiéndonos y dando la bienvenida. Entender eso hace la existencia más liviana, más ligera, y nos confiere el poder único de agarrar los instantes fuerte y al mismo tiempo soltarlos sin que duela tanto.
Hay belleza en las despedidas, hay algo que siempre viene cuando algo se va.
Hasta luego Bali, hola 28.
Flipante la frase: no conocemos todavía a toda la gente que vamos a querer.
Me la apunto ☺️