Cotidianas (y el universo)
La radio
Me subo al coche, enciendo la radio y suena ‘Ojitos lindos’. Bajo la ventanilla y vuelve a inundarme el olor a salitre y a jazmín.
El paseo con Celia
Termino de trabajar y quedo con Celia para caminar por el paseo de la playa. Comentamos todo lo comentable durante hora y media mientras el cielo cambia de color y se asoma la superluna. Acabo tirándome en la piscina a las 10 de la noche.
A la fresca
El domingo mi madre y yo vamos a ver a mi abuela que nos espera sentada ‘a la fresca’, es decir, con silla en la calle, con su tía. Sí, la tía de mi abuela. Hablamos un rato, llega más familia y nos quedamos hasta que mi abuela nos pide que la acompañemos a que compre su porción de pizza dominguera. Y allá que vamos a la cola de Pizza Gran. Allí se encuentra con una vieja amiga, se abrazan porque al parecer hacía tiempo que no se veían y mi abuela nos dice, delante de ella, que intentaron (ambas) que fuera su cuñada hace 60 años pero que no surtió efecto.
Su amiga acaba incorporándose a un grupo de mujeres, todas ellas pidiendo pizza y cerveza para cenar. Las chicas de oro tendrían envidia de estas señoras, estoy segura.
Mientras la NASA nos ha enviado las mejores imágenes del universo captadas hasta el momento, mi cabeza, que siempre ha soñado y ha escrito sobre el universo (con algo de miedo y de curiosidad), solo me lleva hasta ese abrazo entre mi abuela y su amiga, que 60 años después recuerdan que pudieron ser cuñadas pero al final no.
Las casuísticas en las que nos mecemos son tan infinitas como el manto de estrellas que ahora vemos algo mejor aunque yo siempre lo vi claro: todo es tan posible como imposible. Lo que no sucede también flota en una galaxia que sigue emanando luz.
La NASA dice que la foto es como ver un granito de arena sobre nuestro cuerpo. No somos absolutamente nada pero los granitos de arena de algunas playas a mí me hacen sentir que lo somos todo. Hay universos enteros en algunos ojitos lindos. No cambiaría el verano en casa por nada en el mundo.