En noviembre cuando presenté mi libro en Buenos Aires hicimos un juego de galleta de la suerte. Cuando entrabas tú dejabas un deseo y al irte elegías otro al azar de la bolsa. Yo fui la última en elegir papelito cuando todos se habían ido ya y me tocó: “valentía para enfrentar nuevos rumbos”. En aquel momento entendí muy rápido a qué se refería ese coraje y guardé el papel a buen recaudo en el bolsillo pequeño de mi bolso negro.
No lo volví a ver hasta la semana pasada. Me encontré con él tratando de hacer limpieza porque tiendo a acumular sin mirar mucho y con poco filtro. Desdoblé el papel y me senté en el borde de la cama. Miré la pared. Tenía un nudo en la garganta. La valentía era otra distinta ahora, creo que a eso se refería el deseo. Valentía fuera cuál fuera el rumbo, no era un coraje concreto, era coraje.