Casi lo veo...
No es que ya lo entienda, pero empiezo a verlo, sutil, asomarse. Me decían hace unos días que las personas somos como matrioskas y cuando vamos creciendo nuestros ‘yo’ pequeñitos van quedándose dentro de los grandes. No se van porque no puedes huir de quién eres ni de lo que has vivido y quién eres tiene todo que ver con lo que has vivido. Durante mucho tiempo tuve miedo de la rara que fui y de algunas de mis tristezas. Ya no. Quiero conocerme para reconstruirme porque se nace una vez y se renace las que quieras.
Cuando lo veo todo difuminado me gusta escribir y pensar en cosas que me encantan:
Esta frase que tengo en post-it en mi habitación con fecha de 2010: “eres tan grande como te sientes”.
Nadar en agua caliente hasta que se me arruguen los dedos.
Descubrir algo que no sabía.
La risa a carcajada limpia, de la que duele la barriga.
Sentarme en el suelo a comer.
Escribir en cuaderno de hoja lisa.
Decir lo que sentía de verdad. Qué gusto, qué liberación.
Doblar las páginas de los libros sin señalar la frase que me gusta para ver si al cabo del tiempo pienso lo mismo.
Sentarme con alguien que quiero a pasar las horas hablando sin mirar el reloj.
Una mirada cómplice, de la que hace brillar los ojos.
La ilusión por algo, por cualquier cosa. Tener ilusión es un regalo.
Escuchar música en directo.
Una siesta en el sofá de mi casa.
Buscar vuelos sabiendo que sí, que los voy a comprar.
Comer los cuatro.
Ver otra vez una peli que me encante. Da igual las veces.
Comprar un regalo que el otro no se espera, porque sí.
Saber que puedes llamar a cualquier hora para contar cualquier cosa y que te escuchará.
Hacer planes garabateando una libreta.
La leche caliente con Cola-Cao.
Ver fotos antiguas.
Zamparme un helado en verano. O una cerveza muy fría cuando tengo calor.
El teatro.
Parar para ver el cielo rosa de un atardecer desde cualquier lugar.
Escuchar estas canciones que me calman inexplicablemente y cuya mezcla es casi la mía:
Abrazar. Abrazar muy fuerte.
No es que ya lo entienda, pero empiezo a verlo, sutil, asomarse. Aceptar lo que fue para que venga lo que vaya a ser. Tomar las riendas sin estar segura pero con la seguridad de tomarlas. Apuntar las cosas pequeñitas que te hacen feliz, cosas que podrías hacer mañana, que podrías hacer hoy. Está cerquita. Casi lo veo…
Feliz viernes de abril.