Bienvenidos a mi caos
No aspiro a ser la mejor en nada, quiero ser aprendiz de todo. Quiero sentir que siempre hay algo nuevo que antes no sabía. Pero al mismo tiempo lucho por ser la mejor versión de mí misma. Mejor que ayer, conmigo y con los demás. Soy tan ordenada como caótica, tan práctica como emocional. A veces soy capaz de mantenerme fría y otras me derrumbo a la mínima. Lloro mucho, de felicidad y de tristeza. Me pego unas hostias de campeonato porque uso mucho el corazón y también me pongo muchas barreras porque me da miedo que me hagan daño. A veces pregunto mucho y otras no me atrevo. Soy valiente y estoy cagada.
Hace ya algunos años que decidí que el lugar en el que había crecido era tan maravilloso como que quería estar lejos. Me encanta volver pero necesito irme. Me gusta escribir, me flipa leer y dibujo fatal, pero dibujo bastante. No quiero trabajar en una oficina, me aburre, y deseo por encima de todo mantener una forma de vivir que me permita hacer literalmente lo que me da la gana. Por cada vez que me han preguntado cuándo buscaré trabajo normal, yo he contestado con una sonrisa enviando un mail buscando un proyecto nuevo o haciendo una propuesta loca a alguien. He escrito muchas ideas en mis libretas que luego son nada. Me han dicho que sí. Y muchas otras veces me han cerrado la puerta en la cara.
Brindo por la seguridad que respiro y por como sigo dudando. Me encanta ir a azoteas a ver los atardeceres pero no cambiaría por nada pillarnos unas latas y sentarnos en el suelo a ver como se acaba el día en cualquier plaza, en cualquier playa, en cualquier lugar porque el que me importas eres tú. Escucho indie, perreo con el reggaeton y los días más negros solo me los arregla la música italiana y argentina. Pero méteme un Avicii que me como el verano. Y si hablamos de la música en catalán me pongo en bucle. Me gusta mucho bailar y toda la vida me han dicho que lo hago mal. Pero yo bailo, empeñada en que no es para tanto. Vergüenza no me queda ya.
Me encanta salir y a veces necesito estar sola y en silencio. Hablo tanto como callo. Soy esto y soy lo otro. Soy todo y soy nada. Algo ansiosa, tranquila en situaciones de estrés, gritona, tímida, te cuento mi vida. No duermo mucho, eso sí. Me tiro de bomba siempre. Desde hace un tiempo adoro a este bicho raro que tuvo algo de miedo hace años porque no encajaba exactamente. La misma que pensaba que había algo más de lo que tenía delante.
Me sigo construyendo y he tenido suerte de encontrar a personas que me aceptan con mis incongruencias. Y también, claro, a otros bichos raros que no pensaba que existiesen. No hace mucho hablaba con Adolfo de esto, de ser “un poco de todo”, de las pocas ganas de llevar una etiqueta colgando. Nos imaginaba de adolescentes, como si nos hubiésemos conocido antes de coincidir, con la cabeza en las nubes. Como ahora.
Fernando el otro día me preguntaba qué quería la vida de mí, y no al revés. Te contaría también que creo en la energía y en las señales. Que miro la luna para sentir cerca a la gente que quiero y tengo lejos. Que respiro muy hondo cuando observo a las estrellas porque la inmensidad del universo me asusta y me engrandece. Que escribo sobre ello desde que tenía uso de razón. Que me encanta hacer listas pero que no tengo porque cumplirlas. Que cuando tengo mucha pena de repente salto y digo que “me encanta la vida”. Y soy una montaña rusa brutal. Me dan pavor las despedidas pero soy capaz de llevarlas con serenidad.
Mario me dice que admira mi pragmatismo porque siempre lo que estoy viviendo en momento presente es mi “favorito del mundo mundial” y eso me encanta (que me lo diga y sentirlo de verdad).
Vuelvo a casa, huele a barbacoa, huele a verano, los niños juegan al escondite a gritos y yo saludo a Miguel, mi vecino de enfrente. Me dice que si ya he vuelto. Le digo que claro, que echaba mucho de menos el mar.
PD. Esta carta es un mix porque es la reivindicación de que todos somos una mezcla. No somos una sola cosa, no hemos venido a hacer una única cosa y no pertenecemos a un único lugar. Somos de dónde nos dejamos el alma, de dónde ponemos el corazón, somos mañana y noche. Somos de aquí y de allá. Cambiamos. Nos gusta volar muy alto. Casi tanto como echarnos en el sofá.
Feliz viernes allá dónde estés.