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Ahora no lo callo, ahora lo grito

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Ahora no lo callo, ahora lo grito

Apr 21, 2023
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Ahora no lo callo, ahora lo grito

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No es Filipinas, no es Bali, no son los lugares. Es verme a mí haciendo cosas que un día pensé pero ni siquiera creía que sería capaz. Es la demostración de que he sido y sigo siendo valiente y que estoy llena de miedos pero también de ganas de vivir más tranquila con ellos. Porque no se vive sin miedo, se convive con él. Y cuando entendí eso quise hacerle un hueco en mi vida para dejar de huir y enfrentar mejor cualquier sombra.

Leí a Nathy Peluso y sentí que se me encendía el cuerpo con esa sinceridad tan pura de decir: mírame, ahora estoy escribiendo una columna en Vogue. 

“Estoy orgullosa de ser valiente. Estoy orgullosa de que seamos valientes. Todo esto te lo deseo, te animo a vivir la catarsis que tengas que vivir para darte todo lo que te tenés que dar.”

Y qué honestidad tiene decir eso de la manera más humilde, celebrándose a ella y a sus logros. Repasando lo aprendido y lo dejado por el camino.

Nunca fue cuestión de un avión o de un viaje, ni de llegar a una reunión sabiendo lo que quería decir, cerrar un cliente, decir que no a otro. Es que mis ojos ahora ven cosas que no veían (y definitivamente no me refiero a paisajes) y mi piel siente más, aun estando lastimada. Es que estaba en Filipinas, en silencio, leyendo un libro y pasando la tarde sin pensar en tener que hacer o parecer algo que no era. Estar sola y estar acompañada me-gusta-tanto-lo-uno-como-lo-otro y ya sobrevuelo la necesidad de explicar el por qué.  Estoy dejando compulsivamente (como si fuese una droga) de hacer cosas que no me apetecen y de quedarme un rato más si en realidad prefiero estar tirada mirando el techo. Estoy a punto de escribir una oda a todo lo que estoy dispuesta a perderme por ganarme a mí.

Sigo creyendo que no hay nada mejor que lo genuino. Por eso me gustó Filipinas tanto, porque seguía como en ropa interior, como diciendo que ella está a su bola, durmiendo su siesta y espectacular, que no la molestes, que si quieres que la disfrutes.

Que semanas conmigo tan catárticas entre la tranquilidad, el silencio y el sonido inequívoco del orgullo callado, ese que te hace sonreír de repente, sin contexto, ese que hace preguntarse al de enfrente qué pasará. Ahora no lo callo, ahora lo grito.

De la tarde en El Nido en la que no hice nada.
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