De qué somos dueños. Si el aire vaga y suspira. Si hay quien entra sin llamar y se queda sin necesidad de invitación. Si las tormentas nos arrasan y los corazones se nos rompen a pedacitos. Si con los pedacitos cortamos sin querer a los que se acercan intentando ver lo que hay detrás de la coraza. Si la coraza la construimos por el daño y el por el miedo. De qué somos dueños. Si el sol hay días que quema demasiado y otras el frío cala los pies e impide avanzar a paso firme. Si hay veces que solo con leer se nos parte el alma. O se nos recompone. Si nos morimos de nervios al verle. Si las manos tiemblan sin poder controlarlas. Si todo palpita. Si pensamos cosas que no queremos pensar. Si la imaginación traiciona. Si los sueños se desvanecen. Si los ojos se desvían. Si nos tocamos el pelo, nos mordemos las uñas. Si la mirada se clava sin remedio. De qué somos dueños. Si evitamos preguntas esquivando respuestas. Si lloramos sin consuelo. Si perdemos. Si tomamos decisiones en mitad de huracanes. Si no nos atrevemos a tomarlas a cielo raso. Cuánto asusta la claridad a veces, eh.
Ser.
Ser.
Ser.
De qué somos dueños. Si el aire vaga y suspira. Si hay quien entra sin llamar y se queda sin necesidad de invitación. Si las tormentas nos arrasan y los corazones se nos rompen a pedacitos. Si con los pedacitos cortamos sin querer a los que se acercan intentando ver lo que hay detrás de la coraza. Si la coraza la construimos por el daño y el por el miedo. De qué somos dueños. Si el sol hay días que quema demasiado y otras el frío cala los pies e impide avanzar a paso firme. Si hay veces que solo con leer se nos parte el alma. O se nos recompone. Si nos morimos de nervios al verle. Si las manos tiemblan sin poder controlarlas. Si todo palpita. Si pensamos cosas que no queremos pensar. Si la imaginación traiciona. Si los sueños se desvanecen. Si los ojos se desvían. Si nos tocamos el pelo, nos mordemos las uñas. Si la mirada se clava sin remedio. De qué somos dueños. Si evitamos preguntas esquivando respuestas. Si lloramos sin consuelo. Si perdemos. Si tomamos decisiones en mitad de huracanes. Si no nos atrevemos a tomarlas a cielo raso. Cuánto asusta la claridad a veces, eh.