Bajo la ventanilla y entra algo de viento fresco. En la radio suena una de esas canciones que crees que te sabes entera aunque luego nunca ocurre exactamente como la tienes en la cabeza (apunta esto porque vale también para la vida). Pero los cinco primeros segundos de melodía son suficientes para que te cambie la cara y tu brazo derecho se desplace sigiloso y atolondrado hacia la ruedita del volumen para acabar subiéndolo en un arrebato.
No saberse la canción
No saberse la canción
No saberse la canción
Bajo la ventanilla y entra algo de viento fresco. En la radio suena una de esas canciones que crees que te sabes entera aunque luego nunca ocurre exactamente como la tienes en la cabeza (apunta esto porque vale también para la vida). Pero los cinco primeros segundos de melodía son suficientes para que te cambie la cara y tu brazo derecho se desplace sigiloso y atolondrado hacia la ruedita del volumen para acabar subiéndolo en un arrebato.